Victorias en el Caribe

Bernardo de Gálvez

El escenario de la guerra, tanto por parte española como francesa, se había trasladado al Caribe. España no se había desentendido de la lucha de los rebeldes americanos, al contrario, solo en 1776, España entregó a los rebeldes cinco millones de dólares, 519 cañones de bronce con 35.000 balas y 1.200 bombas, 30.000 mosquetes, aparte de otros materiales, todo sin coste alguno.

Toda esta ayuda nunca ha sido poco conocida y agradecida, oscurecida por la que prestó Francia. Buena parte de ella se canalizó desde Luisiana, cuyo gobernador, el joven brigadier del ejército,  don Bernardo de Gálvez, dispuesto a abrir un nuevo frente en la lucha que mantenía Washington,  reunió en Nueva Orleans una pequeña fuerza compuesta por 170 soldados regulares, 330 reclutas, 60 carabineros  y 135 voluntarios,  a los que se unieron, poco después,  600 voluntarios, en la mayoría alemanes de la colonia "Acadia", y unos 160 indios.
El 6 de septiembre de 1779, tomaron por asalto el fuerte inglés  de Manchak, trasladándose rápidamente a Baton Rouge, defendida por el coronel Dickinson, con 600 hombres y 18 cañones. Tras un intenso bombardeo la posición se rindió, así como Pan Muré y Natchez.
Gálvez con unos buques contrabandistas apresados, organizó  una pequeña fuerza corsaria,  que pronto alcanzó  varios éxitos. A principios de 1780 con 1.200 hombres embarcados en 14 pequeñas embarcaciones, se dirigió a Mobile, poniéndole cerco y rindiéndose el coronel Dunford, antes de que pudiera llegar la columna de socorro, que desde Florida, enviara el general Campbell.
José Solano
En 1781 hubo un infructuoso intento inglés por recuperar Mobile, pero Gálvez ya estaba planeando tomar Pensacola. Con la llegada de la escuadra de Rodney, creció la preocupación entre los españoles, por lo que se envió allí la escuadra de don José Solano, con los navíos San Luis, San AgustínArrogante, San Francisco de Paula, Gallardo, San NicolásAstuto, Velasco, San Jenaro, Guerrero, San Francisco de Asís y Dragón,  junto a las fragatas Santa Cecilia y Santa Rosalía, escoltando un convoy de 197 transportes, con 12.416 hombres para reforzar las guarniciones de La Habana y Puerto Rico.
Solano eludiendo a Rodney, se reunió con Guichen en la Dominica, pero una epidemia les hizo abandonar los planes de conquistar Jamaica, pasando Solano a Puerto Rico  y La Habana, y Guichen con un gran convoy puso proa a Cádiz,  donde entró felizmente.
Descartada Jamaica, el objetivo paso a ser Pensacola, tras un intento abortado por un temporal, Gálvez zarpó el 28 de febrero de 1781, con el navío San Ramón,  las fragatas Santa Clara y Santa Cecilia, el cambequí  Caimán y el paquebote San Gil, con 20 transportes con 1.315 hombres de desembarco. Tras forzar la entrada a la bahía, comenzó el asedio de la fortaleza.
Alertado Solano, de la presencia de 8 navíos ingleses que pretendían socorrer a la plaza,
John Campbell
zarpó  de La Habana,  con 11 de los suyos, más fragatas  y 3.7 hombres de los regimientos: Soria, Hibernia, Cataluña, Flandes y Mallorca, mas 725 franceses. Ante tales fuerzas, el gobernador Campbell y el almirante Chester, decidieron rendirse el 11 de mayo. Con aquella victoria se recuperaba Florida, que se había perdido en la guerra anterior.
Seguían los combates entre franceses e ingleses en el Caribe, cuando apareció la escuadra de Grasse para apoyar a Washington  y Rochambeau ante Yorktown. Los hombres de Rochambeau,  no cobraban las pagas desde hacia tiempo, por lo que se pidió a La Habana, recaudándose el dinero y llevándose en la fragata Aigrette, reanudándose las operaciones. Grasse venció a la escuadra de Graves en Chesapeake, en un combate en línea  que forzó la retirada del inglés, la ruina del ejército de lord Cornwallis y el triunfo total de Washington.

George Washington
El interés español estaba en expulsar a los ingleses de la costa atlántica de América Central. El gobernador de Campeche, don Roberto de Rivas Betancourt, expulso al enemigo de Rio Hondo. Con los recursos y buques apresados,  se atacó Cayo Cocina, y dos goletas y 120 hombres, destruyeron el del Río Chevun.
El contraataque inglés no se hizo esperar, con un navío de 50 cañones, dos fragatas de 36 y una balandra de 18, atacaron el fuerte de San Fernando de Omoa, defendido por tan solo 200 hombres, que no tardó en sucumbir. El gobernador de Guatemala, don Matías de Gálvez, padre del de Luisiana, organizo una pequeña fuerza, y se acercó a recuperar la fortaleza, con tales demostraciones de fuerza, ruido de tambores, y alardes de asalto y degüello,  que los ingleses engañados se apresuraron a abandonar.
Los ingleses remontaron el rio San Juan, para tomar la pequeña fortaleza, pero las enfermedades se cebaron con ellos, entre los que se encontraba un joven oficial de marina, llamado Horacio Nelson, que estuvo a punto de morir,  teniendo que evacuar la zona.
En 1782, Gálvez con las fragatas Santa Matilde y Santa Cecilia,  la corsaria Concepción,  cuatro cañoneras y 16 transportes con 1.000 hombres mandados por don Enrique Mac Donnell, tomó la isla de Roatán, acaba do con el último asentamiento inglés en la costa de Honduras.
Se planteó entonces un ataque a Jamaica, debiendo unirse a la escuadra de Solano, la del almirante francés Grasse, pero este se dejó arrastrar a un combate con la de Rodney  en los Santos, en abril de 1782. Rodney cansado de aquello combates en línea,  probó por primera vez la táctica de cortar y envolver la línea enemiga, logro aislar a Grasse con su buque insignia, el tres puentes Ville de Paris y otros cinco navíos, apresándolos, mientras el resto de los navíos franceses no se atrevieron a rescatar a su jefe.

Grasse
Tras su victoria, Rodney se apresuro a proteger Jamaica, pero con ello dejaba al descubierto, las islas Bahamas, contra las cuales, el capitán general de Cuba, el teniente general don Juan Manuel de Cagigal, se dirigía obteniendo un éxito absoluto. El botín capturado sobrepasaba el potencial de la fuerza vencedora, se contaron 153 cañones en tierra, más otros 150 en las embarcaciones apresadas: una fragata, cuatro bergantines, cinco goletas y dos balandras, a lo que hay que agregar 65 mercantes.
En contraste con la consternación del Almirantazgo inglés, la alegría en España fue grande, tanto que se dio el nombre de Bahamas, a un navío que botado en 1784 en La Habana, sucumbiría heroicamente en Trafalgar, a las órdenes de Alcalá Galiano. La capitulación de las islas fue publicada por la Gaceta de Madrid el 13 de septiembre de 1783.

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