Calle de Correos en Valencia

    La manzana donde se encuentra el Palacio de Correos y Telégrafos se construyó, como otros tantos edificios de toda esta zona, al hacer desaparecer todo un antiguo barrio de gran raigambre valenciana, como fue el denominado de Pescadores, así llamado porque en épocas pasadas habitaban allí las gentes del mar. Cuando más tarde, fueron dejando los pescadores estas casas para ir incorporándose a las propias de la Valencia marinera, la barriada fue entrando en una progresiva degradación, debido al abandono, y a que fueron acudiendo otras gentes que fueron desprestigiando lo que había sido uno de los más típicos barrios de la ciudad.

    Rememorando el pasado, bien podemos imaginar a aquellas gentes trabajadoras en sus moradas que el propio rey don Jaime concedió aquí, en la ciudad, a los pescadores que vivían en el Grao de Valencia, para que tuvieran mejores condiciones de vida. Tambien favoreció la estancia aquí de los pescadores, el tener inmediatas las antiguas Atarazanas de Valencia, junto a la hoy calle de Las Barcas, pues así podían cómodamente reparar, calafatear, poner a punto, al tiempo que se construían nuevas embarcaciones pesqueras en el amplio espacio que se abría junto al Barrio de Pescadores. Esa zona es la que recibiría, por tanto, el rótulo de calle de Las Barcas.


    También tuvieron los pescadores en este su barrio, una capilla dedicada a su Patrona, la Virgen de la Buena Guía, la cual estaba en el cruce que actualmente forman las calles de Correos y Pérez Pujol. Y precisamente en recuerdo de aquella devoción de los pescadores, en una de las últimas remodelaciones parroquiales de la diócesis valentina, se creó, en la zona de la Malva-rosa de nuestros poblados marítimos, una nueva parroquia dedicada a Nuestra Señora de la Buena Guía

    Para tener una idea de la gran aglomeración de modestas casas de pescadores en donde ahora se abre la calle de Correos y adyacentes, no tenemos más que observar el plano de la reforma que se proyectó sobre aquel Barrio de Pescadores, y vemos que existían 176 parcelas con casa y corral. Las calles que discurrían paralelas entre sí, desde la de las Barcas a la de Lauria, tenían en origen los siguientes rótulos: la primera se llamaba de Les Escaletes, por abundar en ella las casas con escalera de caracol, inmediata a la puerta, en la cual había una aldaba para llamar al piso correspondiente. Siguiendo con la denominación inicial de aquellas calles, la siguiente paralela a la de Les Escaletes era la del Común de Pescadores, indicando así su referencia a la comunidad de los mismos pescadores aquí avecinados pues en realidad, aquellos hombres del mar venían a formar como una pequeña población cuya calle central era esta, precisamente. Venia luego, también paralela a las anteriores y siempre acercándonos a la calle de Lauria, la denominada de En Medio de Pescadores, pues efectivamente, ocupaba aproximadamente la parte media de la barriada. Las referidas calles tenían como transversales y partiendo de la llamada Cofradía de los Sastres (hoy de Pascual y Genís), las rotuladas del Trabuquet, del Fus Perdut y Palmereta.

    A partir del 20 de noviembre del año 1858, el Ayuntamiento, a instancias de su cronista e historiador romántico Vicente Boix, cambió todos los viejos rótulos por los de personajes de nuestra historia. Así el nombre del marino Roger de Lauria vino a sustituir al primitivo de "Forana de Peixcadors"; la de En Medio de Pescadores se dedicó en memoria del caballero Entenza. A la del Común de Pescadores se le dio el nombre de los Jurados; y a la de la Palmereta, el de Lope de Vega. Un absurdo cambio de rótulos callejeros, para desaparecer unos cuantos años después. 

    Pero volvamos sobre el antiguo barrio de Pescadores y el deterioro que fue sufriendo, a lo largo del siglo XIX, de tal suerte que fue el determinante que hizo llevar a cabo el paisaje urbano que hoy podemos aquí contemplar. Ya en el año 1877, un proyecto del arquitecto mayor del Ayuntamiento, señor Alfaro, presentaba la primera planificación urbanística sobre el antiguo barrio. En realidad, ya por aquella época la población de humildes pescadores se había ausentado prácticamente de estos lugares, siendo sustituida por otro contingente integrado por modestos artesanos. Pero lo bien cierto es que ya a últimos del XIX, el típico barrio de Pescadores comenzó a albergar a gentes de mal vivir, Allí existieron burdeles, casas de juego y cafetines de mala nota, para distracción de unos y escándalo de otros. Así pues, en la segunda década del siglo XX, comenzaron las demoliciones del viejo complejo urbano, trasladándose aquellas gentes hacia los confines del antiguo barri de Velluters y concretamente por los alrededores de la calle de Nuestra Señora de Gracia

    En las memorias elaboradas por los distintos arquitectos municipales, como por ejemplo Antonio Ferrer Gómez de agosto de 1894, en vistas a realizar el ensanche de esta zona interior de Valencia, se aduce, en la descripción del barrio de Pescadores, que "sus reducidas viviendas en donde se hallan materialmente hacinados sus habitantes, han sido en todas las épocas en que la epidemia colérica ha azotado esta capital, el verdadero foco de infección que ha irradiado a todos los ámbitos de la ciudad".


    Está claro pues, el deseo del entonces Ayuntamiento de Valencia a través de sus arquitectos municipales, de conseguir una gran plaza, procurando el saneamiento de aquel barrio de pescadores para obtener, según dice el informe, “una gran plaza como almacén o depósito de aire que viniera a renovar la viciada atmósfera que se respira en aquella popular barriada”. Al mismo tiempo se aducen también otro tipo de razones, como fueron la de “facilitar la circulación del público y de toda clase de vehículos que se dirigen especialmente hacia la plaza de Toros”.

    La remodelación pues del barrio de Pescadores proyectada desde el siglo XIX y llevada a cabo en los comienzos del XX, constituyó, en su relación con la formación de la gran plaza —entonces de Emilio Castelar y hoy del Ayuntamiento— la actuación urbanística más importante de los tiempos modernos en nuestra ciudad, dando origen a la calle de Correos.

    La primera piedra del edificio de Correos, se colocó el 19 de noviembre de 1915, según proyecto del arquitecto zaragozano Miguel Navarro, y se concluyeron las obras el 31 de diciembre de 1922, siendo inaugurado el 14 de mayo de 1923 por Alfonso XIII y Victoria Eugenia. En su fachada cabe resaltar las estatuas que representan las cinco partes del mundo, además de las que, figurando ángeles, llevan mensajes postales sobre un navío y una locomotora respectivamente. Después de dar una ojeada a esta fachada de Correos adivinaremos que allí se encuentra una gran lápida con la esfinge del político Canalejas, que fue presidente del Gobierno.

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