La Taifa de Valencia
Uno de los primeros actos que realizó Muhammad II
al-Mahdí, después de dar el golpe de estado contra Hisham II en 1009, fue el de
expulsar de Córdoba, a los saqalibas, antiguos esclavos eslavos que
habían ocupado altos puestos en la Administración y en la milicia, con una mayoría
de los llamados “amiríes”, clientes de Almanzor y de sus hijos. Para
sobrevivir, los saqalibas tuvieron que refugiarse en diferentes lugares
de al-Andalus, aunque mayoritariamente lo hicieron en la zona de Levante (Xarq),
donde consiguieron constituir algunos reinos de taifas. Uno de ellos fue el de
Valencia, que seguramente fue creado por un grupo de eslavos hasta que se
destacaron dos de ellos, Mubarak y Muzaffar.
Muzaffar y Mubarak, fueron los primeros régulos del reino taifa de Valencia y gobernaron
conjuntamente. De niños fueron esclavizados, en la Europa oriental, y llevados
a Córdoba donde entraron al servicio de otro eslavo liberto muy encumbrado en
la ciudad palatina de Almanzor. Gracias a éste, progresaron en la
Administración. En 1010, ya libertos, se dieron a conocer por tener que
defenderse de la acusación de irregularidades en la administración de los
regadíos de las huertas de Valencia, que ellos supervisaban. Poco más tarde los
encontramos ejerciendo como régulos en Valencia y adoptando varias medidas para
consolidar su posición, como la de acoger a numerosos refugiados saqalibas que
huían de la guerra civil en Córdoba (fitna), reforzar las murallas de la
ciudad y enriquecerse con altísimos impuestos que provocaron el descontento y
la emigración de muchos valencianos.
En los primeros años de sus reinados, ayudaron a
Labib, régulo del reino taifa de Tortosa, a recuperar su trono del que le había
expulsado Mundir al-Mansur de Zaragoza, cuando se apoderó de la ciudad. Parece
que Mubarak llevó el peso del gobierno aunque mantenía una gran armonía con
Muzaffar, con el que compartía residencia en el mismo palacio. Mubarak murió en
un accidente mientras montaba a caballo y Muzaffar, que tenía fama de poseer
virtudes caballerescas, murió algo más tarde entre 1017 y 1019, al parecer como
consecuencia del asalto de los valencianos al palacio.
Labib de Tortosa y Muyahid de Denia, fueron los siguientes régulos de Valencia. Al primero, los valencianos
le ofrecieron el reino directamente, y éste lo asoció a Muyahid, régulo de
Denia. En un principio gobernaron conjuntamente, pero las diferencias entre
ellos hicieron que Labib abandonara Valencia y regresara a Tortosa, quedando
Muyahid como único régulo. Pero en 1021, los eslavos se sublevaron, y después
de destronarlo, nombraron soberano a Abd al-Aziz.
Abd al-Aziz al-Mutamin, hijo de “Sanchuelo” y nieto de Almanzor, puso fin al poder eslavo
en Valencia e inició la dinastía árabe amirí, los descendientes de Almanzor.
Tenía unos quince años cuando fue entronizado régulo de Valencia, y hasta
entonces había vivido refugiado en el reino taifa de Zaragoza. Los valencianos
se sometieron fácilmente a su poder debido a la moderación de su gobierno y a
que se había desligado del apoyo de los eslavos para buscarlo en otros sectores
de la sociedad valenciana, hecho que le reprocharon los que lo habían encumbrado.
Reconoció al califa de Córdoba Al Qasim ben Hammud que lo confirmó en su puesto y le dio los títulos honoríficos de du
l-sabiqatayn y al-Mutamin. Poco después tomaría el título de al-Mansur.
Más tarde, como otros muchos régulos, reconoció al pretendido califa Hisham II,
patrocinado por el régulo de Sevilla Muhammad ben Abbad.
En 1038 murió Zuhayr, régulo de Murcia y Almería, y
aunque Abd al-Aziz había guerreado contra aquellas taifas, los almerienses lo
llamaron para que se hiciera cargo de los ambos reinos. Abd al-Aziz entró en
Almería y colocó como gobernador a su cuñado y visir Abú l-Ahwas Man ben Sumadih,
que compartió el gobierno con su hermano Abú Utba. En un principio, tuvo buenas
relaciones con Muyahid, régulo de Denia, pero más tarde aquellas se
deterioraron y Muyahid invadió Orihuela, Elche y algunas tierras de Murcia.
También contra Abd al-Aziz se alzaron Lorca, Játiva y Jódar. Aunque el
valenciano recuperó rápidamente Játiva, la guerra contra Muyahid fue desastrosa
para la taifa de Valencia que quedó reducida a algo más que la ciudad y a unos
pocos territorios y castillos casi autónomos. Gracias a que Muyahid casó estratégicamente
a sus hijas con los reyes de Valencia, Zaragoza y Sevilla, la guerra terminó en
1041. Al año siguiente, la dependencia de Murcia con respecto a Valencia sólo
fue nominal.
Entre 1042 y 1044, el gobernador Ibn Sumadih puesto
por Abd al-Aziz, independizó Almería de Valencia. Abd al-Aziz reforzó las
murallas de Valencia, y a él se debe la construcción de una almunia (finca de
recreo) con palacios, jardines y estanques de gran lujo inspirado en modelos
orientales. Todo ello para reafirmar su poder. Murió en 1061, dejando como
heredero a su hijo Abd al-Malik.
Abd al-Malik Nizam al-Dawla, fue el segundo régulo de la dinastía amirí y tomó el título honorífico
de Nizam al-Dawla (el orden del Estado). Era un hombre de
carácter débil y sin ninguna cualidad para gobernar, por lo que todo el poder
fue acaparado por el poderoso visir Muhammad ben Abd al-Aziz ben Rubas, que ya
lo fue con su padre. En 1065, el castellano-leonés Fernando I atacó la taifa de
Valencia venciendo en Paterna, pero tuvo que retirarse al sentirse enfermo. Abd
al-Malik Nizam al-Dawla, que estaba casado con una hija de al-Mamun de Toledo,
fue ayudado por su suegro que le envió tropas. A continuación, no se sabe con
certeza la causa, al-Mamun se apoderó de Valencia de forma pacífica mediante un
ardid y recluyó a Abd al-Malik en Cuenca o en Uclés.
Yahya ben Ismail ben Abd al-Rahman ben Di l-Nun
al-Mamun, régulo de Toledo, se anexionó el reino Taifa de
Valencia. Para gobernarlo en su nombre, nombró al anterior visir valenciano Ibn
Abd al-Aziz ben Rubas, que lo hizo durante diez años hasta la muerte de
al-Mamun en 1075.
Abú Bakr ben Abd al-Aziz, hijo de Abd al-Aziz, fue entronizado en Valencia por los amiríes cuando
en Toledo subió al trono al-Qadir, nieto de al-Mamun. Para consolidarse en su
trono, encarceló, a pesar de su buen gobierno, a Ibn Abd al-Aziz ben Rubas. No
adoptó ningún título honorífico, seguramente para no provocar al toledano. En
1076 tuvo que aceptar el vasallaje a al-Muqtadir de Zaragoza ante el acoso del
zaragozano. En 1081, los habitantes de Ateca, Terrer y Calatayud del reino taifa de Zaragoza, casi autónomos de su régulo, pidieron la ayuda de Abú Bakr
ante los ataque de “el Cid”. Las tropas que envió el valenciano fueron
vencidas por el castellano.
En 1084 tuvo que hacer frente a la primera aparición
del Cid en tierras valencianas. Ello motivó la necesidad de consolidar su
dinastía mediante una política de alianzas con los reinos cercanos. Así, en
enero de 1085, casó a una de sus hijas con Ahmad al-Mustain, hijo de al-Mutamin
de Zaragoza. Abú Bakr murió en junio de 1085.
Utman ben Abú Bakr, era hijo de Abú Bakr y se alzó con la sucesión en pugna con un
hermano, siendo entronizado el mismo día de la muerte de su padre. Solamente
pudo mantenerse en el poder durante nueve meses, ya que fue destronado por los
valencianos que entregaron la taifa, por temor a Alfonso VI, a al-Qadir, que
había sido régulo de Toledo. Éste se presentó en Valencia con tropas del rey
castellano-leonés mandadas por Álvar Fáñez.
Yahya ben Ismail ben Yahya al-Qadir, había sido régulo del reino taifa de Toledo desde 1075 a 1085, hasta
que acordó con Alfonso VI el abandono de aquél reino a cambio del de Valencia.
La situación de al-Qadir, una vez instalado en el trono valenciano, fue muy
inestable. Ésta se puso de manifiesto en 1086 cuando intentó doblegar al señor
de la plaza de Játiva, que no lo reconocía. Mundir ben al-Muqtadir, régulo de
Lérida, Tortosa y Denia, para apoyar al de Játiva, se presentó ante las
murallas de Valencia obligando a al-Qadir a encerrarse en la ciudad. Los
valencianos protestaron por la presencia de las fuerzas cristianas que lo
sostenían y por la fuerte presión fiscal que era necesaria para pagar a dichas
fuerzas. Personajes que lo habían aceptado sin entusiasmo, comenzaron a
distanciarse de él. Uno de ellos fue su visir Abú Isá Lubbun, que se retiró a
Murviedro (Sagunto) y allí, más tarde, se independizó.
La situación de al-Qadir empeoró cuando las tropas de
Álvar Fáñez tuvieron que salir de Valencia para unirse al ejército que estaba
reuniendo Alfonso VI en Toledo para hacer frente a los almorávides, que habían
desembarcado en Algeciras y que con las tropas de las taifas se dirigían hacia
Badajoz. El enfrentamiento se produjo en octubre de 1086 en Sagrajas/Zallaqa y
el ejército de Alfonso VI fue derrotado. Este hecho estimuló el deseo de
algunos régulos de reinos vecinos de apoderarse de Valencia.
En 1087, Mundir ben al-Muqtadir fue uno de ellos. Se
presentó de nuevo ante las murallas de Valencia reforzado con efectivos del
condado de Barcelona. Al-Qadir pidió ayuda de al-Mustain de Zaragoza y a
Alfonso VI. Ambos respondieron enviando tropas. Las castellanas-leonesas
estaban comandadas por el Cid. Juntos repelieron el ataque. Al-Mustain reclamó
sus derechos al trono de Valencia pero el Cid, que tenía encomendada por
Alfonso VI la misión de sostener a al-Qadir, se los negó. Después, seguramente
por llamamiento del rey, el Cid tuvo que ausentarse unos meses de Valencia.
El 1088, Alfonso VI desterró por segunda vez al Cid
por no haber acudido en su ayuda para levantar el cerco que los almorávides,
que habían desembarcado por segunda vez, realizaban sobre Aledo en la taifa de
Murcia, y que no consiguieron tomar en aquella ocasión. A partir de aquel
momento, el Cid comenzó a actuar como un caudillo independiente y se dedicó a
hacer correrías por todo el territorio de Levante que le reportaron grandes
beneficios en tributos, siendo los más cuantiosos los de Valencia, ciudad que
dominaba de facto a través de un visir que hizo nombrar.
Finalmente, fue la presión de los almorávides la que
determinó el destino de al-Qadir. El cadí árabe Abú Ahmad Yafar ben Abd Allah
ben Yahhaf, que encabezaba la facción de los descontentos con al-Qadir,
escribió al cadí almorávide de Murcia ofreciéndole Valencia. Aprovechando la
entrada en Valencia de tropas almorávides enviadas por el cadí, hubo un levantamiento
que acabó con la vida de al-Qadir en octubre de 1092.
Ibn Yahhaf, fue
proclamado al día siguiente y adoptó una pompa real, aunque guardó las formas
para no indisponer al emir almorávide. No adoptó ningún título honorífico ni
acuño moneda. En aquel año de 1092, Alfonso VI intentó tomar Valencia con la
ayuda de las flotas de Pisa y Génova; al no conseguirlo, dejó el campo libre al
Cid que inició su guerra contra Valencia. Primero se apostó en El Puig, a muy
pocos kilómetros de la capital, y en noviembre de aquel año comenzó el asedio.
En 1093, los valencianos consintieron en expulsar a la pequeña guarnición
almorávide, volver a pagar tributos y abrir las puertas, pero reconociendo el
Cid el gobierno de Ibn Yahhaf. Pero una facción partidaria de los almorávides
volvió a sublevarse y cerró las puertas de la ciudad. Después de un nuevo
asedio que duró veinte meses, el Cid entró en Valencia en junio de 1094.
Así terminó el poder musulmán en la taifa de Valencia
y comenzó el cristiano que duró hasta 1102, cuando fue evacuada por las gentes
del Cid, muerto en 1099, para ser ocupada por los almorávides.
Ramón Martín
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