María Pita

María Pita, en realidad se llamaba Mayor Fernández de la Cámara y Pita. Esta heroína logró en 1589, enardecer los ánimos de los soldados españoles de La Coruña para que siguieran combatiendo a la inmensa flota del corsario Drake. Una armada enviada para tomar la ciudad y acabar con los restos de la Grande y Felicísima Armada que fondeaba en su puerto. Pero los ingleses nunca esperaron encontrarse con esta mujer. Una heroína que, tras acabar con la vida de un alférez enemigo, se lanzó a la contienda enarbolando la bandera que éste había dejado caer.

Para hablar de María Pita debemos retroceder hasta 1589. Tal solo un año después de que los sueños de Felipe II, se fueran a pique junto a su Grande y Felicísima Armada (irónicamente llamada Invencible por los ingleses). La situación no podía ser más idónea para los súbditos de Isabel I ya que habían logrado quitarse de encima a la que prometía ser la flota que tomaría sus islas. Pero parece que no les fue suficiente el desastre hispano pues, ávidos de venganza, organizaron una flota con la que acabar con los restos de nuestros buques. Unos navíos que, a duras penas, habían logrado refugiarse en los puertos peninsulares.
 En definitiva, los británicos venían con ganas de revancha. Pero lo que no sabían es que en tierras gallegas les esperaban tropas españolas y una heroína que no estaba dispuesta a que ningún inglesas pusiera sus pies en sus tierras. Todo un respiro para el ya malogrado Felipe II, que había pasado de ver como sus tropas habían dado buena cuenta de los infieles en Lepanto, a tener soportar una de las mayores derrotas de su vida.
Francis Drake, educado en la marina bajo la tutela de sir John Hawkins, fue el encargado de dirigir el plan de su graciosa majestad Isabel I. El corsario, puesto que recibió el beneplácito de la reina para dar guerra a los españoles, partió de la base de Plymouth el 13 de abril con unas 200 naves. En la nave almiranta, la Revenge, se encontraban dos prestigiosos generales: Sir Francis Drake y sir John Norris. El primero, jefe de la Armada, el segundo, jefe de las tropas de desembarco. Junto a ellos también partía Don Antonio, prior de Crato, cuyo objetivo era cruzar a Portugal a través del Miño para, instigar un levantamiento armado de los lusos contra su entonces rey, Felipe II. 
¿Por qué los ingleses eligieron La Coruña para su ataque? Al parecer se dirigieron allí, debido a que creían, erróneamente, que se iban a reunir allí naves con víveres y municiones, en preparación de un segundo ataque a Inglaterra. Además, el corsario iba con la idea de que en la plaza se habían guardado cinco millones en oro. Andaban bastante desencaminados. Hacia allí se dirigieron, y allí les esperaban seis navíos que habían regresado de Inglaterra, entre ellos, el galeón San Juan, junto a la guarnición ordinaria de la ciudad y siete compañías más. La ciudad contaba, así mismo, con cientos de mujeres, y entre ellas se encontraba María Pita.

El combate 

Las velas inglesas se avistaron en la noche del 3 al 4. Nadie podía suponer que venían con intenciones de arrasar la ciudad, razón por la cual, don Juan Pacheco (capitán general de Galicia) envió dos galeras, “Diana” y “Princesa”, para averiguar las intenciones de aquella flota. Desde una de ellas se lanza una andanada sin carga para cerciorarse del carácter de semejante visita. La respuesta: una bomba con carga, no deja lugar a dudas. 
Drake ordenó desembarcar ese mismo día a 10.000 de sus hombres para ir tomando posiciones. A pesar de la oposición de los buques españoles que defendían la ciudad, finalmente lograron llegar a tierra. Tomaron el barrio de la Pescadería, capturando la artillería del Galeón español San Bernardo, que estaba siendo reparado. Dos jornadas después los ingleses solicitaron a los defensores que se rindiesen. La respuesta española fue una negativa acompañada de una salva de cañón. Tras intentar penetrar en la ciudad mediante escalas, los ingleses decidieron hacer estallar una mina en una zona del muro cercana al convento de Santo Domingo. El explosivo dejó el muro, considerablemente dañado. Los asaltantes se propusieron volver a hacer saltar por los aires las defensas con una nueva carga de demolición.

El día 14, después de que saltara por los aires la muralla, la infantería británica cargó por la abertura. Los españoles les recibieron con salvas de arcabuz las pertinentes picas, todo acompañado un sin fin de disparos de cañón. El paso de las horas trajo consigo un tremendo cansancio para ambos bandos. En ese momento, un alférez inglés alentó a sus hombres a seguirlo. Sacando fuerzas de flaqueza cruzó la muralla derruida, portando la bandera de su regimiento, los británicos volvieron a cargar contra el hueco de la muralla. Cuando los ingleses se disponían a entrar en la ciudad, hubo una figura que logró detenerles: la de una valerosa mujer que, durante el asedio, había visto morir a su marido. Esta chica -María Pita- mató al alférez, le arrebató su bandera y la alzó para dar ánimos a sus compañeros. La historia de esta heroína habría quedado olvidada de no ser porque, tras el asedio, se elevaron multitud de peticiones al monarca para que encumbrara la figura de la súbdita.
 
María Pita se llamaba realmente Mayor Fernández de Cámara Pita. La confusión de llamarla María Pita surgió cuando un fraile administró la extremaunción a su hermana menor, que se llamaba María Pita, y que falleció en La Coruña en 1638. La historia de Mayor Fernández de Cámara Pita está rodeada, desde su comienzo, de cierto misterio. Se desconoce la fecha exacta en la que vino al mundo, la mayoría de las fuentes afirman que se produjo entre 1562 y 1568. 
Lo que sí está documentado son sus amoríos. Se sabe que su primer marido fue un tal Juan Alonso de Rois, carnicero de profesión en San Cristóbal das Viñas, no le vino nada mal el enlace, pues con él tuvo una pequeña llamada María Alonso Pita y, de él, heredó algunas tierras en San Cristóbal das Viñas y tres casas en La Coruña. Debía ser bien parecida, pues el mismo año en el que su marido dejó este mundo, ella contrajo matrimonio con Gregorio de Rocamonde, también carnicero de profesión, en noviembre de 1587. Con él vivía en el número 24 de la calle Herrerías, cuando sucedió el ataque del infame Drake. En el asedio Pita, perdió a su segundo esposo.

Tras la marcha de Drake, Pita volvió a casarse en 1589. Esta vez con un capitán de infantería, Sancho de Arratia, con el que tuvo una hija. Pero tan solo seis años después se quedó viuda de nuevo. En 1599 celebró su cuarto y último matrimonio con un funcionario de la Real Audiencia y socialmente hijodalgo, Gil Bermúdez de Figueroa, hombre de posibles con el que tuvo dos hijos. Este, le impuso una curiosa norma para contraer matrimonio: no podría volver a casarse si él moría, so pena de perder su herencia.
 
Tras la muerte, en 1613, de su último marido, Pita se quedó viuda para siempre. Aunque con bastantes riquezas. Poseía algunas propiedades en Santiago de Sigrás, donde cultivaba pan y vino que vendía por pipas. También prestaba dinero, daba animales en aparcería, exportaba mulas a Portugal y administraba el resto de sus haciendas y las de sus hijos. Murió, el 21 de febrero de 1643, en la feligresía de Santiago de Sigrás. En su testamento, solicitó ser inhumada en la misma ciudad en la que había combatido contra el infame Drake. 
Pita era mujer de armas tomar en el campo de batalla, y en los juzgados. Así lo demuestra el que protagonizara varios pleitos en su vida. El primero le granjeó dos años de destierro y el pago de una multa, después de que tratara de expulsar de su casa a un capitán, aunque posteriormente le dieron la razón concediéndole varias cédulas reales en su favor. El otro gran pleito en el que se vería envuelta sería el relativo a la propiedad del coto de San Pedro de Ledoño, iniciado por su marido Gil de Figueroa. El último lo perdió, y en él cargó contra un hombre que construyó un edificio en una propiedad que, según la mujer decía, era suyo.

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